Una de cada 3 familias mexicanas depende de la economía informal (Reforma 30/08/11)
Eduardo Jardón
Martes, 30 de agosto de 2011
•En 9.8 millones de hogares, al menos un miembro labora en esta actividad.
•Tlaxcala, Yucatán y Guerrero alcanzan porcentajes de 40%.
•Es una "válvula de escape" al problema de desocupación.
· EN LA INFORMALIDAD, 33% DE LAS FAMILIAS
Una de cada tres familias en México depende de las remuneraciones que perciben en la economía informal.
De los 29.8 millones de hogares que hay en el país, en 9.8 millones al menos algún miembro laboró en esta actividad durante el segundo trimestre del año, indican datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Su incremento en un año fue de 178 mil, lo cual resulta negativo por las condiciones desfavorables de esta ocupación, que se caracteriza por los bajos niveles de ingreso y la carencia de prestaciones sociales.
Y esto se refleja en el nivel socioeconómico que predomina en los hogares que tienen trabajadores en esa actividad: 79 por ciento están clasificados en un estrato económico bajo o medio bajo; 18 por ciento pertenecen al nivel medio alto, y únicamente 3 por ciento son considerados de nivel alto.
Roberto Galván, director de Vanguardia Investment, comentó que la economía informal ha sido una válvula de escape a la problemática del desempleo en México.
Ello, dijo, porque la economía no ha sido capaz de generar la oferta de trabajos que se necesita.
Destacó que en la actual coyuntura el gobierno se jacta de los fundamentales sólidos de la economía mexicana, pero en cuanto a la generación de plazas el desempeño es decepcionante.
Consideró que no existe una estrategia para la creación de puestos de trabajo, por lo que prevalece el rezago en el empleo, y esto propicia que aumente la informalidad.
Regiones
La mayor proporción de hogares que tienen ocupados en la informalidad se registra en Tlaxcala, Yucatán y Guerrero, con más de 40 por ciento en cada caso.
En el Estado de México la cifra es de 38.4 por ciento, y en el Distrito Federal es de 32.7.
Los niveles más bajos corresponden a Chihuahua, con 22.1 por ciento; Baja California, 23.1, y Colima, 25.6.
Se calcula que seis millones 400 mil jefes de familia en México laboraron en esta actividad entre abril y junio del presente año.
INFLUENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
El punto no es solo la comunicación, sino también quien lo comunica y qué comunica.
En la actualidad, ver televisión dejó de ser un medio de comunicación solamente y se transformó en el pasatiempo por excelencia de mucha gente en todo el mundo, principalmente de niños y los jóvenes. Tengamos en cuenta, entonces, que según un grupo de sociólogos españoles y su reciente estudio en las principales naciones capitalistas, un niño ve en promedio 4 horas de televisión diarias los días hábiles, y 6 los fines de semana, mientras que un adolescente lo hace 2 y 4 horas, respectivamente. Según estos científicos, al momento de finalizar sus estudios secundarios, el joven pasó más tiempo frente al televisor que en el aula.
Pero, nuevamente, tengamos en cuenta que no es solo ‘quién’ lo comunica, sino también ‘qué’ comunica. Y aquí debemos detenernos al momento de estudiar a la televisión.
La televisión tiene una gran fuerza para genera cambios en las personas. Esto se debe a que el uso de la imagen permite interiorizar los mensajes con mayor facilidad, ya que acceden directamente al subconsciente del sujeto, sin el procesado previo que ocurre cuando, por ejemplo, leemos.
Identifiquemos, ahora, un ejemplo de cómo la televisión logra introducirse directamente en la mente de las personas. Analicemos el lenguaje, para comenzar. ¿Cuántas nuevas palabras y términos hemos oído en boca de personas antes ajenas a ellas? Volcando esto a los casos prácticos y reales, vale la pena citar la información recopilada por analistas mexicanos.
Su trabajo se centró en el estudio del uso de la palabra ‘wey’, parte del vocabulario diario de la juventud mexicana. Dicho término, según los especialistas, fue adoptado por los jóvenes debido a la insistencia de la televisión por formar y configurar la cultura juvenil. Sus técnicas para lograr esto son claras: la moda, la necesidad de adaptarse a los demás y el gigantesco incentivo al sentimiento de pertenencia. La televisión enseña a los jóvenes que para ser aceptado por un grupo social deben cumplir ciertas características, que ellos gentilmente facilitan, las cuales, no solo abarcan el lenguaje utilizado sino también la forma y las marcas para vestir y de comportarse. Aquél joven que no siga estos pasos, simplemente ‘no está en onda’.
Los magnates de las emisoras disfrazan, así, sus verdaderas intenciones. Sus objetivos comerciales y dominantes: crear una sociedad de Masa consumista incapaz de pensar, fácilmente influenciable. En el caso del lenguaje, precisamente del término mexicano ‘wey’, justifican su uso sosteniendo que es una forma de simplificar el hecho de llamar a cada cual por su nombre, de no hacerlo tan largo. A los jóvenes, identificados con su deseo común de igualdad, lo presentan como ‘una forma de hacer notar que en ese grupo todo; un mundo en donde actualmente los jóvenes tratan de incursionar, por diversos motivos, ya sea por la desintegración familiar, la situación económica que se vive en casa o el incursionar en un mundo atractivo para ellos. Dificultando por ende su aprendizaje y sobretodo el interés en todo lo que le puede ser benéfico, pues para él ya no es tan fácil disernir sobre lo que mejor le conviene, distorsionando con ello todo lo que puede ser una buena convvivencia.
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