¿Cómo
se aprende la convivencia?
Para
aprender a convivir deben cumplirse determinadas procesos, que por ser
constitutivos de toda convivencia democrática, su ausencia dificulta (y
obstruye) su construcción; simplemente las enumero, pues serán desarrolladas
más adelante.
- Interactuar (intercambiar acciones con otro /s)),
- interrelacionarse; (establecer vínculos que implican reciprocidad)
- dialogar (fundamentalmente ESCUCHAR, también hablar con otro /s)
- participar (actuar con otro /s)
- comprometerse (asumir responsablemente las acciones con otro /s)
- compartir propuestas.
- discutir (intercambiar ideas y opiniones diferentes con otro /s)
- disentir (aceptar que mis ideas – o las del otro /s pueden ser diferentes)
- acordar ( encontrar los aspectos comunes, implica pérdida y ganancia)
- reflexionar ( volver sobre lo actuado, lo sucedido. “Producir Pensamiento” – conceptualizar sobre las acciones e ideas.)
Todas
estas condiciones en la escuela se conjugan y se transforman en práctica
cotidiana a través de proyectos institucionales que resulten convocantes y
significativos para los actores institucionales, y también respondan a
necesidades y demandas institucionales. Estos proyectos incluyen y exceden los
contenidos singulares de las asignaturas, la tarea nuclea a los distintos
actores y como consecuencia de ello, las relaciones cotidianas y rutinarias se
modifican, varían los roles y cada integrante asume nuevas responsabilidades,
se incrementa el protagonismo de todos los participantes. La actividad tiene
sentido y significado para quienes la ejecutan, pero también la tiene para sus
destinatarios; alcanzar las metas propuestas es el cometido compartido, se
incrementa la responsabilidad y el sentido de pertenencia. Esta propuesta
impregna a toda la institución que, sin "trabajar específicamente la
convivencia", aprende "a convivir, conviviendo ".
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